martes, 31 de agosto de 2010

Efímero



No soy escritor, ni pretendo serlo, sólo disfruto narrando aunque sea sólo para mí las historias vividas sin importarme que sepa el final de antemano.


Qué más me gustaría que vivir echando cuentos, creo que voy a ser un viejito FANTÁSTICO.





Me cuesta entender las actitudes de la gente, hasta las mías propias. Trato de no ser arrastrado por el denominativo común, esquivo los coñazos tambaleante de las experiencias vividas, talvez no sean nada del otro mundo, pero esta es la única vida que tengo y con ésta me quedaré, ya esta registrado el nombre y el apellido, ahora falta crear y desarrollar el concepto de quien soy.


 Somos la suma de muchas cosas, experiencias, entorno familiar, social, cultural, etc. La personalidad es un poco de cada cosa, cada gesto tiene su origen, cada expresión un pasado, cada actitud un error vivido, a veces aprendido y otras veces no, corazones me han roto y tal vez por qué negarlo, yo he roto otros también. La cosa está en saber hacer bien las cosas y si no sabes en el momento cómo hacerlo de la mejor manera, siempre habrá oportunidad de pedir perdón y reconocer las faltas.


 A lo largo de lo que algunos llamamos vida, se nos cruzan en el camino muchos personajes, algunos por momentos muy cortos, otros para toda la vida, lo importante es saber sacarle provecho a esos conocimientos y/o experiencias que llevas en la bolsa sobre el lomo.


 Uno de mis primeros personajes efímeros que recuerdo lo conocí y lo vi unas dos horas en mi vida, él nunca me llegó a ver, era ciego, éramos niños, carajitos jugando en la plaza. Estaba con mis hermanos y primos, de la nada salió éste niño, con los ojos más claros y azules que recuerde, cuando me di cuenta de que era ciego me quedé petrificado, me dio pánico, el niño se puso a jugar con mis hermanos  a ¡Marco-Polo! y lo que más me sorprendió fue que gozó una bola jugando, las carcajadas no paraban y yo sin emitir un sonido porque no quiera que se diera cuenta de que había alguien más en el grupo, no sirvió de mucho ya que de alguna forma él supo que  yo estaba ahí. Recuerdo cuando le pidió a mi tío que le diera la mano para saber como era, le tomó la palma y rozándola con la yemas de sus dedos dedujo algún tipo de imagen en su mundo de tactos y sonidos, luego como vino así se fue.


 Hoy en día cuando me tropiezo con los ánimos y me quejo de todo, recuerdo aquel niño de la plaza Francia que era de lo más extrovertido, valiente y feliz que recuerde, doy gracias por lo que tengo, he tenido y tendré si Dios me lo permite.


 En fin, retornado del "flashback", todos formamos parte de muchas vidas, más de lo que uno se imagina, por eso hay que saber hacer las cosas, respetar y valorar al quien este al lado o al frente, ya sea que este por unos momentos o toda una vida.


El mundo da vueltas con o sin nosotros, a su vez la vida gira sobre sí misma, las grandes cosas de la vida empieza por pequeños actos, estos son actos ya que dejaron de ser pensamientos o ideas, pasito a pasito, sólo hace falta voluntad, coraje y disposición para ayudar y confiar en el prójimo; después de todo uno nunca sabe para quién trabaja.    


 


 

                                       Así, un niño ciego me enseñó a ver un mundo mejor.


 

No hay comentarios: